La teoría del big bang es una de las más conocidas en la ciencia y se utiliza para describir la evolución temprana del Universo, su principio, con algunos matices. Pero todo lo que empieza (suponemos) debe terminar, y entender el fin al que se dirige nuestro cosmos requiere de otra teoría. Por ahora tenemos varias hipótesis, y una está ganando tracción, la del gran desgarro o big rip.
Teorías para el fin del universo.
Tras siglos preguntándonos eso de “¿de dónde venimos?” tenemos una idea más o menos fiable y precisa de la historia del universo. La historia de un inicio de rápida expansión, seguido de una deceleración inicial y un nuevo proceso de aceleración en lo que respecta a la expansión.
Con algunos “peros”, puede hablarse de consenso en cuanto a la evolución pasada del universo, pero la pregunta “¿hacia dónde nos encaminamos?” no cuenta con una respuesta sencilla. Hay tres hipótesis principales, la del big crunch”, la del big freeze y la del big rip.
La primera puede verse como un big bang a la inversa, es decir, postula que tras la inflación presente el universo pasará a hacerse más pequeño hasta que materia, energía y espacio mismo vuelvan a converger en un punto. El big freeze por su parte contempla un universo que sigue expandiéndose hasta que materia y energía acaban estando tan dispersas que todo el calor desaparece.
No con un estallido, sino con un desgarro.
Pero existe una teoría aún más extrema, que habla de una expansión tan acelerada que termina “desgarrando” el universo, el “big rip” o gran desgarro. En este escenario, la energía oscura, una energía que no podemos detectar pero que sería la responsable del crecimiento acelerado del universo, seguiría incrementando el ritmo de expansión del universo hasta llegar a este desgarro.
“Los datos experimentales encajan muy bien con el Big Rip, apuntando a que es muy probable que ocurra” señala la física Ruth Lazkoz, en un artículo en The Conversation. “Las galaxias se irán separando cada vez más, y la atracción gravitatoria irá poco a poco haciéndose más insignificante hasta que su efecto desaparezca”.
Sopa cosmológica.
Lazkoz lleva años trabajando en resolver la cuestión de hacia dónde vamos. En uno de sus últimos artículos, publicado en la revista Philosophical Transactions A, describe su trabajo en el estudio de distintos escenarios para este “apocalipsis cósmico”.
La investigadora explica cómo se crean modelos que permiten estudiar y comprender estos escenarios. La clave es entenderlos a partir de aquello que sí somos capaces de visualizar, en este caso, un fluido.
Entender los distintos componentes del universo como fluidos que coexisten en el espacio permite que los investigadores se enfoquen en determinadas variables que puedan ser observables o calculables, en este caso presión y densidad, señala Lazkoz.
Mucho tiempo por delante.
Por ahora podemos respirar tranquilos, porque este escenario de desintegración no va a darse de un día para otro. Los propios datos en los que investigadores como Lazkoz se basan también les ayudan a estimar el tiempo que debería transcurrir para este suceso.
Variables como la proporción entre materia convencional, materia oscura y energía oscura permite a los investigadores estimar el ritmo de crecimiento del universo y su aceleración. Y con ello saber cuándo llegará el punto en el que la gravedad no sea capaz de mantener unidas las galaxias, ni siquiera sea capaz de mantener a los planetas en las órbitas de sus estrellas.
Y queda mucho. Si nos basamos en esta teoría el universo apenas habría llegado a la décima parte de su vida: le quedarían cerca de 130.000 millones de años por delante.
Incógnitas cósmicas.
Detrás de las teorías sobre el principio y el final del universo está aquello que sí hemos logrado saber con cierto grado de seguridad: el universo se expande y lo hace cada vez más rápido. Eso sí, detrás de el ritmo al que lo hace está la que puede ser la mayor incógnita de la cosmología moderna.
La discrepancia en nuestros cálculos sobre este ritmo de expansión es cada vez más irreconciliable, por lo que el margen de incertidumbre es siempre alto. Como explica la propia Lazkoz, es importante admitir con humildad que los modelos en los que basamos el conocimiento sobre cosmología a menudo “disfrazan nuestra ignorancia haciéndola pasar por sabiduría”.
Quizá algún día logremos resolver estos problemas y lograr contestar a la eterna pregunta: ¿De dónde venimos y hacia dónde nos dirigimos?”. Por ahora no tenemos una respuesta certera.
Imagen | WikiImages