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"Estaba todo oscuro, una nube de polvo provocó mucha incertidumbre. Las personas llorando, gritando, pidiendo ayuda".
Esta es la narración de Pablo Castillo, uno de los supervivientes de la tragedia del Jet Set.
En la madrugada del martes 8 de abril, el techo de la discoteca cedió, dejando 222 personas muertas y cientos de heridos y afectados.
No era la primera vez en el Jet Set
Ese lunes era como los demás en la vida de Pablo Castillo. Él, cirujano plástico de profesión y con 35 años de edad, terminó su jornada laboral. Tenía planeado ir al Jet Set con tres amigos para disfrutar de una noche de merengue con Rubby Pérez en el escenario.
No era la primera vez que Castillo iba a esa discoteca. "Las experiencias eran buenas, no había ningún tipo de malestar, al contrario, era de mis lugares favoritos", expresa a Diario Libre.
Ya por la noche, se preparó para salir de casa y se reunió con sus amigos. Castillo llegó al Jet Set hacia las 11:20 p.m. "Nosotros llegamos tarde, por eso tuvimos que sentarnos en la parte trasera porque no había mesas disponibles", concreta.
Todo iba bien. Música, risas, baile… Esa noche de merengue en el Jet Set parecía como las anteriores. Los cuatro amigos disfrutaban juntos. Castillo se puso a bailar con una amiga, la que lleva un vestido rojo en el video.
En un instante todo cambió
Entonces llegó el momento que probablemente salvó sus vidas: dejaron de bailar.
"Terminamos de bailar, nos fuimos a la mesa, nos sentamos en la mesa, en la parte trasera y luego entonces cayó el derrumbe"
Para Castillo y sus amigos, el derrumbe fue repentino. No vieron nada que indicara que el techo iba a ceder. De un instante a otro, sobre las 12:44 a.m., la música y el baile se transformaron en un escenario catastrófico.
- "Estaba todo oscuro, una nube de polvo provocó mucha incertidumbre. Las personas llorando, gritando, pidiendo ayuda Y no sabíamos si íbamos a salir o no", confiesa a Diario Libre.
En pocos segundos, cientos de personas quedaron sepultadas bajo toneladas de escombros de hormigón. La oscuridad, el polvo y los gritos de socorro sustituyeron las luces, la música y el merengue. El techo bajo el que habían bailado pasó a estar bajo sus pies, dificultando el caminar.
Castillo y sus amigos sintieron verdadera angustia. En medio de la oscuridad, apareció un ápice de esperanza.
""Vimos que alguien pudo abrir la puerta de emergencia atrás y nosotros por ahí caminamos y pudimos salir. Obviamente tuvimos que estar con cuidado porque las mesas se habían revuelto y el ambiente era muy horrible"
El exterior del Jet Set
Minutos después del derrumbamiento, el exterior del Jet Set se convirtió en el lugar más codiciado. Comenzaron a salir personas heridas. Algunos cojeaban, otros apenas podían sostenerse en pie. Muchos de ellos lloraban.
"Yo me puse a llorar en la grama del frente viendo toda la situación. Comenzamos a llamar a la autoridad, al 9-1-1 y todo eso", dice Castillo.
Enseguida llegaron las ambulancias y las autoridades. En tan solo una hora, el Centro de Operaciones de Emergencias (COE) movilizó a 300 rescatistas e iluminó la zona. Los días posteriores, para los que sobrevivieron y para los familiares de las víctimas, han sido muy difíciles.
Los supervivientes, como Castillo y sus amigos, agradecen estar vivos.