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Si te han convocado para una entrevista de trabajo es porque, muy probablemente, ya cumples con las exigencias técnicas y de conocimientos que requiere el puesto. De hecho, eso es algo que los reclutadores son capaces de hacer en menos de seis segundos, siempre que tu currículum esté organizado de la forma correcta para dar más visibilidad a lo que realmente importa.
Las entrevistas de trabajo están diseñadas para que la persona encargada de contratarte se haga una idea de tu personalidad y de tus valores. Para ello a menudo recurren a preguntas comprometidas o incluso a pequeñas "trampas" como el "test de la silla". Una estrategia diseñada para revelar si el candidato afronta los problemas o simplemente se adapta a ellos.
Una silla que cojea
Este test consiste en desarrollar una entrevista de trabajo al uso, pero con la peculiaridad de que la silla en la que se sentará el candidato tiene una pata algo más corta, por lo que el entrevistado se estará tambaleando e incómodo durante toda la entrevista.
La clave está en que, justo al lado del candidato, habrá una segunda silla en perfectas condiciones. Lo que básicamente quiere saber el entrevistador es si el candidato aguantará en la silla coja durante toda la entrevista, adaptándose al problema sobre el que está sentado, o pedirá cambiar la silla por la que tiene al lado. Si elige la segunda alternativa, además, se tendrá en cuenta la forma en la que lo pide.
Asistir a una entrevista de trabajo ya es una situación en la que los candidatos acuden con un cierto nivel de nerviosismo o incertidumbre, lo que hace que las reacciones ante este test sean genuinas y espontáneas.
Afrontémoslo, la silla cojea
El objetivo último de la prueba es evaluar la proactividad, la capacidad de adaptación y reacción ante una incomodidad manifiesta en una situación delicada como es una entrevista de trabajo.
Si el candidato continúa la entrevista sin quejarse y tolerando la incomodidad, significa que tiene una gran capacidad de concentración y prioriza bien sus objetivos. Pese a la incomodidad del entorno, consigue mantener la compostura y seguir adelante con la entrevista contra viento y marea.
Si el candidato pide cambiar de silla, estará demostrando iniciativa para mejorar la situación y proactividad para hacer que cambie, deteniendo la entrevista para hacer el cambio de la silla. Thomas S. Bateman y J. Michael Crant analizaron en 1993 la relación entre las personas proactivas y su entorno, descubriendo que este tipo de personalidades son más propensas a realizar cambios en su entorno para mejorar su situación.
Además, al tomar la iniciativa y cambiar la silla, también estará demostrando valentía y seguridad en sí mismo a la hora de afrontar retos en situaciones delicadas.
También es importante la forma en la que el candidato detiene la entrevista para hacer el cambio de silla. Si lo hace de forma natural pero decidida o si pide permiso educadamente para cambiarla.
Estudios realizados por el Gary Yukl, profesor en la Escuela de negocios de la Universidad de Albany, destacan algunos rasgos comunes en el comportamiento de las personalidades de liderazgo, señalando que este tipo de perfiles acostumbran a tomar acciones inmediatas ante los problemas, mientras que las personalidades más gregarias esperan a que otros tomen las decisiones.
Existe una tercera opción que no es la mejor valorada por los entrevistadores: hacer comentarios sobre que la silla cojea, pero mantenerse en ella. Esa opción denota una actitud pasiva del candidato frente a los problemas, desviando el objetivo prioritario (la entrevista) a su terreno personal (la silla).
Lo peor de esta reacción es que revela todo eso, y destaca que el candidato señala el problema sin tomar una sola iniciativa por cambiar la situación, ya que no ha contemplado la opción de cambiar de silla y permanecerá centrado en su propia incomodidad.
En Xataka | No basta con ser bueno, hay que saber contarlo: así funciona el método STAR en entrevistas de trabajo
Imagen | Pexels (Mikhail Nilov)
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