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Hay que dudar siempre. Hay que preguntar siempre. TERENCIO.
Se debe pensar detenidamente cómo calificar situaciones que, en sentido general, deberían ser un lugar común del ámbito de los especialistas. El aclarando es imprescindible, porque sería absurdo negar que el país ha crecido en muchos órdenes, aunque resulta abrumador el camino que recorremos y el que nos resta en lo concerniente a aspiraciones institucionales y ciudadanas. Nuestros problemas resultan agobiantes y no son pocos quienes han perdido la fe.
Con sus limitaciones siempre a tomar en cuenta, el gobierno que preside Luis Abinader puede describirse como un régimen en el que se respetan las y los derechos. Sus logros son evidentes y la generalidad de los dominicanos se siente vinculada con sus ejecutorias. Esta realidad nos debería llenar de fe, pero lamentablemente no es así.
Uno de nuestros principales medios de comunicación califica esta actitud como “intermedia entre la esperanza y la nostalgia”. Una notable mayoría, a la vez, manifiesta su apego con las soluciones democráticas “siempre y cuando se resuelvan los abrumadores problemas que nos agobian” .
Bueno es señalar, tocando el tema económico, (diario Hoy, 31 de diciembre) que son las zonas francas, la manufactura local y el comercio los sectores en los que se ha fundamentado nuestro desarrollo de estos entonces. Es imprescindible mencionar el turismo como otro parámetro a considerar.
El país, pese a estas realidades, atraviesa por un esquema de consolidación institucional y económica, en tanto predominan graves problemas cuya solución no se vislumbra a corto plazo.
Pongamos como ejemplo el tránsito cuyo tétrico desenvolvimiento arroja cada año un saldo considerable de daños, heridos y muertos. Todos hablan de una delincuencia en extremo agresiva, a la masiva e inaceptable presencia de haitianos ilegales, al tráfico de drogas, los atracos y crímenes. Sumemos a este contexto la creciente deuda externa y las ambigüedades en los controles financieros.
Es preciso hablar del elevado número de dominicanos que son deportados cada año de Estados Unidos acusados de tráfico de drogas, estafas y asesinatos (El Día, 2 de enero). Otro aspecto a considerar es lo que se ha calificado como “crisis de ingobernabilidad” que se advierte a nivel universal y que, entre nosotros, se manifiesta de diversas maneras.
Un relevante dirigente evangélico dijo la pasada semana frente a una multitud de dominicanos reunidos cada año para escuchar su evaluación de nuestro “estado de cosas” que “todos los países están en problemas “y, que, los políticos dominicanos no tienen perspectiva alguna de quedar bien en su ejercicio: “Le decimos a aquellos que nos son de confianza cuando son electos que tengo que orar por ellos porque no hay manera de que queden bien”. “Todos los presidentes han sido malos” añadió, cuando, en honor a la verdad, “los ciudadanos viven en un ambiente de violencia generalizada”.
“Las soluciones que hemos buscado a los problemas están equivocadas o son engañosas. Vivimos en un mundo que ha abandonado a Dios. El pueblo que se aparta de Dios se aparta de los valores morales”. Leo, entonces, que en el curso del año recién transcurrido se deportaron a 276 mil extranjeros con status migratorio irregular…Y estamos desbordados de dificultades.
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Según eldia.com.do
