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Dan Finlay, cofundador de la plataforma de billeteras de criptomonedas MetaMask, realizó recientemente un experimento práctico con memecoins para examinar cuestiones de consentimiento y confianza en el ecosistema Web3.
Acuñando los dos tokens – "Consent" en Ethereum y “I Don’t Consent” en Solana- Finlay experimentó de primera mano lo que describió como "profundamente desagradable en formas predecibles".
El experimento se convirtió rápidamente en una mirada inquietante a la intersección entre el hype y la responsabilidad, vinculando sus experiencias a un debate más amplio sobre el consentimiento de datos en la inteligencia artificial y las plataformas públicas.
Las conclusiones de Finlay son significativas, ya que sus implicaciones van más allá de Web3 y ponen de relieve la difusa línea que separa la visibilidad pública de las expectativas de los usuarios, así como la necesidad de sistemas más claros de consentimiento, confianza y responsabilidad. Explicó:
"No se trata de un llamamiento a la ética, sino de hacer mejores productos. Tu aplicación no tiene por qué convertirse en una piscina de residuos tóxicos. Tu comunidad no tiene por qué estar salpicada de gente que lanza amenazas personales. Tus acciones no tienen por qué diluirse entre ballenas anónimas".
Memecoins y riesgos financieros
El experimento del cofundador de MetaMask ofrece una visión crítica de la naturaleza especulativa y arriesgada de las memecoins, que lanzó utilizando el bot Clanker de Ethereum y la plataforma Pump.fun de Solana.
Al lanzar los dos tokens, Finlay descubrió que la rápida actividad comercial inflaba significativamente su valor, llevando brevemente las participaciones del cofundador a más de USD 100,000.
Sin embargo, la falta de una estructura y una finalidad claras para los tokens dejó a los participantes expuestos a pérdidas financieras, lo que, según explicó Finlay, provocó que la gente "intentara constantemente asignarles un mayor significado".
Finlay se enfrentó a la reacción de los inversores, algunos de los cuales le amenazaron o le suplicaron planes a largo plazo para los activos a pesar del diseño simplista de los tokens. Evaluando el experimento y sus resultados, escribió:
"El único acto de consentimiento que parece inequívoco en este entorno memecoin es que los compradores consienten definitivamente en poner su dinero en algo. Pero sin que esa cosa esté bien definida, ¿qué clase de consentimiento es ése, de todos modos?".
Desdibujando las líneas del consentimiento
Al reflexionar sobre el experimento, Finlay estableció paralelismos entre el espacio memecoin y los debates sobre el consentimiento en las plataformas digitales -en particular la IA- refiriéndose a Bluesky, donde se utilizó un conjunto de datos de publicaciones públicas para el entrenamiento de IA sin el consentimiento explícito de los usuarios.
Finlay observó una "desconexión entre las expectativas protocolarias de consentimiento y las expectativas sociales de consentimiento" en Bluesky, y señaló que las "definiciones sociales mal definidas de consentimiento" también son "muy" aplicables a las memecoins.
Implicaciones para la Web3
Las conclusiones del cofundador de MetaMask apuntan a una mejor infraestructura y herramientas para abordar las cuestiones relacionadas con el consentimiento, las expectativas de los usuarios y la perspectiva de los inversores.
Aclaró que el ecosistema memecoin necesita mejores "herramientas e incentivos", que podrían "hacer las cosas mucho más interesantes, divertidas y útiles y mejorar realmente las sensaciones".
Finlay aboga por un sistema que permita a los emisores de tokens "un control de grano fino sobre sus tokens", incluida la restricción de los mercados a comunidades específicas o la oferta de métodos de venta estructurados.
Ahora que las tecnologías de IA y blockchain siguen fusionándose con las memecoins, el experimento del cofundador de MetaMask aboga por sistemas que generen confianza, respeten las expectativas de los usuarios y mejoren la transparencia del consentimiento.
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Según es.cointelegraph.com