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Para que nos hagamos una idea de que no estamos ante una criatura a la que acercarnos sin más a acariciar, basta con teclear en Google la palabra “ganso”. Una de las primeras entradas nos da pistas sobre el ave. Viene de la WikiHow y, en esencia, es un artículo pedagógico sobre los once pasos a seguir para frenar el ataque de un ganso. Los expertos, por supuesto, saben de la valía de la criatura. De hecho, en las cárceles más temidas de Brasil no tienen perros, tienen gansos.
Un ejército implacable. Las fugas de prisión son comunes. En promedio, en Brasil un prisionero se escapa cada día, muchos de ellos por la puerta principal después de sobornar a los guardias. Sin embargo, en algunas prisiones extremadamente peligrosas del país algo está cambiando. No hay guardas ni perros cuando llega la noche, hay patrullas de gansos que están demostrando ser infalibles. La administración sabe que juega con ventaja. Hasta los perros pueden ceder ante un buen filete, pero los gansos son insobornables.
La primera prisión. Ocurrió hace quince años, cuando la prisión en Santa Catarina, Brasil, reemplazó a sus perros guardianes por gansos. Por aquel entonces no estaba muy claro por qué eligieron ser la única del país que utilizaba gansos, pero funcionó. Desde entonces, los gansos patrullan el área de césped justo dentro del muro de la prisión, y el número de fugas se ha reducido drásticamente.
¿El truco? Los zoólogos explican que no se trata de gansos cualquiera. Son gansos "centinela", que "fueron domesticados y utilizados con este fin durante mucho tiempo. Son animales que señalan vocalmente cualquier perturbación en el medio ambiente". Entonces tocan la bocina.
No hablamos de un ruido cualquiera, son gansos, y el sonido que emiten cuando están alterados es capaz de desatar una cacofonía ensordecedora de bocinazos y chillidos que sirve para alertar a los guardias de todo el recinto. Además, son tremendamente territoriales y capaces de cargar contra cualquiera que entre en su zona.
Mejores que los perros. Estas criaturas juegan con ventaja sobre los perros guardianes, además de ser insobornables. A diferencia del mejor amigo del hombre, que requiere entrenamiento y muchos cuidados, los gansos hacen el trabajo simplemente por ser gansos. Además, los perros son más caros de entrenar y mantener.
En la prisión de alta seguridad de São Pedro de Alcântara, el director de la prisión, Marcos Souza, contaba al Wall Street Journal que los Malinois belgas que solían deambular por el muro perimetral de la prisión costaban 7.000 dólares cada uno. En cambio, “los gansos están contentos con el arroz y nunca se enferman”, explicaba.
Por qué en Brasil. Las penitenciarías del país han sido un buen laboratorio para probar esta iniciativa. Principalmente, porque, aunque en la actualidad las prisiones cuentan con sistemas de detección de última generación que hacen que sea muy difícil para los reclusos escapar sin ser detectados, las deficiencias de muchos centros del país hacen de estas criaturas un movimiento ganador.
Es más. En una prisión en el estado de Rio Grande do Sul, más al sur de Brasil, el personal recientemente empleó gansos para alertar a los oficiales cuando había paquetes (generalmente teléfonos o drogas) lanzados hacia la prisión para los reclusos. Equipados con una excelente visión nocturna y un oído agudo, los gansos son la mejor alarma que han tenido hasta ahora.
El caso de São Pedro de Alcântara. En esta prisión de máxima seguridad situada al sur de Brasil comenzaron con los gansos por accidente. Al parecer, los funcionarios de prisiones tuvieron la idea por primera vez hace unos años, cuando fueron acorralados por una manada de gansos cabreados durante una barbacoa. Como en muchas de las cárceles brasileñas con fondos insuficientes, el director de la prisión luchaba para llegar a fin de mes y aceptó darles la oportunidad de patrullar los terrenos.
Ahora cubren la franja de tierra cubierta de hierba entre la valla interior y el muro exterior de la prisión, e incluso se ha extendido la “práctica” entre los agricultores locales para protegerse de los intrusos, una tradición que se cree se remonta a la época romana cuando, según cuenta la leyenda, los gansos asumieron el papel de centinelas, haciendo sonar la alarma cuando los guerreros galos invadieron alrededor del año 390 a.C., salvando Roma.
No tienen lealtad. Esto es clave, ya que como afirman en São Pedro de Alcântara, ni siquiera aquellos que les dan de comer cada día reciben un trato de favor de las criaturas. Es más, han delegado la tarea de cuidar de las aves a los propios prisioneros, con la seguridad de que los gansos fácilmente delatarían a sus cuidadores si fuera necesario. Así, cada día un pequeño grupo de reclusos sale de sus celdas por buen comportamiento y, entre otras actividades, deben dar de comer a los animales, uno de los momentos más temidos por los reos.
De hecho, el WSJ cuenta el caso de un recluso que cumple una condena de 20 años por asesinato y robo, recordando el trauma de haber sido atacado por los animales cuando lo llamaron para realizar algunos trabajos de mantenimiento dentro de su área. “Una vez entré para arreglar la puerta y todos vinieron hacia mí”, explica.
Y nunca duermen. O eso parece, por supuesto. A este respecto, Coronetti explicaba que entre los funcionarios siempre tienen la duda. Cuando llega la noche, llueva o nieve, ahí siguen los gansos deambulando como si les fuera la vida en ello, “siempre están patrullando, caminando como patos, deteniéndose, caminando un poco más. Es un misterio cuándo duermen".
Violencia animal. Lo cierto es que el mundo animal está repleto de historias para no dormir con criaturas tan territoriales como peligrosas. Australia está repleta de estos bichos, e incluso hay listas de animales prohibidos por países. Sea como fuere, muy pocos como el aparentemente inofensivo ganso, una criatura que no se anda con tonterías, y que incluso China ya lo había utilizado para ayudar a las patrullas fronterizas a mantener a raya a los inmigrantes ilegales.
Imagen | Pexels, Pexels, David Evers, Jorge Láscar
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