En Barcelona, el movimiento anti-turismo está adoptando una táctica radical: acosar a los turistas por la calle

En Barcelona, el movimiento anti-turismo está adoptando una táctica radical: acosar a los turistas por la calle

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El fin de semana dejó una estampa peculiar en Barcelona, una que sirve de termómetro del hartazgo con el que parte de sus vecinos viven el éxito turístico de la ciudad. El sábado miles de personas —2.800 según la Guàrdia Urbana, cifra que los organizadores elevan a 15.000— marcharon por el centro para protestar contra la masificación turística. Hasta ahí nada excepcional, ni que se haya visto en otros grandes destinos del país, como las Islas Canarias o Mallorca. Lo que resulta más revelador casi que la convocatoria en sí o su afluencia son los encontronazos que ha dejado entre manifestantes y turistas, con pistolas de agua incluidas.

Las imágenes de los vecinos disparando rociando con agua a turistas o terrazas precintadas han llegado ya a medios de otros países, donde se han hecho eco de las "protestas antiturismo" de la ciudad y su mensaje: "Tourists go to home".

"¡Basta! Límites al turismo". Eses es uno de los lemas con el que el sábado miles de personas, alrededor de 3.000, según las autoridades, salieron a las calles de Barcelona para mostrar su rechazo a la masificación turística y sus efectos para los vecinos. Los manifestantes se concentraron en las Ramblas y avanzaron hacia la Barceloneta, dos de los puntos más frecuentados por turistas. Durante su marcha mostraron lonas y carteles con lemas como "Vecinos en peligro de extinción", "Barcelona no está en venta" o "Tourists go home".


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Carteles… y algo más. No todo fueron proclamas, ni carteles, ni lonas. Si la manifestación ha logrado una visibilidad en redes que trasciende con creces las fronteras de Barcelona, Cataluña o España y ha saltado a los titulares de medios como Sky News, CNN, Daily Mail o BBC, casi todos de Reino Unido y Estados Unidos, dos de los principales puntos de origen de los turistas que pasan sus vacaciones en la Ciudad Condal, es por las estampas que dejó la protesta.

Durante la protesta hubo manifestantes que rociaron a turistas con pistolas de agua. La cadena CBS News habla de clientes de un restaurante de la Barceloneta que acabaron empapados mientras cenaban, otros que tuvieron que cambiar de mesas o un hotel y varias terrazas "precintadas" de forma simbólica. Durante la marcha podían leerse carteles en inglés que advertían: "Tourists go home".

Rechazo del Ayuntamiento. Las estampas no gustaron en el Ayuntamiento, que no ha tardado en condenar las molestias y exigir respeto para los visitantes. "Protestar contra el turismo masivo debe ser compatible con el respeto hacia las personas que visitan Barcelona", insiste el teniente de alcalde de Turismo, quien reivindica la importancia del sector y las políticas "pioneras" adoptadas desde el Gobierno municipal. Su alcalde se ha comprometido a eliminar 10.000 pisos turísticos de la ciudad, aunque ve potencial para 5.000 plazas hoteleras más.


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"Barcelona no es Disnelylandia". El objetivo de los manifestantes era denunciar las consecuencias de la masificación turística en la ciudad y su impacto en el día a día de los vecinos, que durante los últimos años han visto cómo el precio de la vivienda se disparaba. No hace falta echar la vista muy atrás para constatarlo. Durante los últimos meses la ciudad registró de hecho dos hitos significativos.

Mientras la ciudad va camino de batir su récord de turistas, superando a lo largo del primer trimestre los datos previos a la pandemia, el precio del alquiler escalaba a valores históricos. La Vanguardia revelaba hace poco que el precio de un nuevo alquiler en la ciudad en el primer trimestre rondaba los 1.200 euros mensuales.

"Un exceso de turismo". Al impacto en el mercado residencial se sumarían otros, como el medioambiental o en la movilidad urbana. "No tengo nada contra el turismo, pero aquí en Barcelona sufrimos un exceso de turismo que ha hecho que nuestra ciudad sea inhabitable", lamentaba uno de los manifestantes a la agencia AFP. "Durante los últimos años la ciudad se ha vuelto para los turistas y lo que queremos es una ciudad para los ciudadanos", argumentaba otro a Reuters.

La manifestación del sábado ha sido noticia por sus imágenes, pero los sentimientos que el turismo deja en parte de la población barcelonesa no son ninguna novedad. No es la primera vez que medios internacionales se hacen eco de la "turismofobia" en Barcelona y hace solo unos meses el Ayuntamiento divulgó una encuesta que deja dos datos para la reflexión: primero, que el 61,5% de los barceloneses creen que la ciudad ha llegado al tope de su capacidad para atraer turistas; segundo, que un 23% lo consideran una actividad perjudicial.

Prueba de la división de opiniones y la complejidad del debate es que el restante 70,9% lo juzga beneficioso para la localidad y un amplio 56% asume que es una fuente de ingresos esencial, muy por delante de sectores como el comercio.

Imagen | Zoetnet (Flickr)

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