¿Los inversores minoristas liderarán el futuro cripto?

¿Los inversores minoristas liderarán el futuro cripto?

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¿Sueñas con tener tu propio startup? ¿Aspiras a ser el próximo Elon Musk o Jeff Bezos? Antes de que puedas conquistar el espacio o el mercado online, necesitas algo esencial: dinero. ¿Y de dónde sacas dinero para tu startup? Pues normalmente, tienes que buscar financiación. Y los que te financian son inversores expertos que quieren ganar dinero con tu idea. Suelen ser capitalistas de riesgo, instituciones y grandes capitales. Ellos te prestan dinero a cambio de una porción de tu empresa.

Así, ellos se vuelven tus socios, y esperan que algún día tu startup triunfe y puedan vender sus acciones por mucho más de lo que invirtieron. Cuando ese día llega, tu startup sale a bolsa, es decir, ofrece sus acciones al público en general. Los primeros en comprar acciones de tu empresa son los grandes fondos e instituciones, que ya saben de tu éxito y creen en tu futuro. Los minoristas, es decir, la gente normal que quiere invertir en tu startup, se enteran tarde. En el mundo financiero, ellos no son los actores principales, sino los testigos. En el mejor de los casos, son un personaje secundario.

Ahora bien, Bitcoin es un activo digital que no depende de ningún banco ni gobierno. Es un proyecto ciudadano. Bitcoin nació en 2009, gracias a un misterioso programador llamado Satoshi Nakamoto, que creó el código y lo compartió en internet. Pero Bitcoin no siguió el modelo de las startups. Más bien, Bitcoin empezó como un coleccionable, algo que solo interesaba a unos pocos entusiastas. Bitcoin, en realidad, es hijo de las redes sociales, pues su primera comunidad se formó en foros de internet, donde los fans intercambiaban opiniones y consejos.

De hecho, la primera transacción de Bitcoin no fue una inversión millonaria de un capitalista de riesgo, sino un simple envío de Satoshi a un amigo. Y luego, la primera compra con Bitcoin fue un par de pizzas que costaron 40 dólares. Hoy esas pizzas valdrían millones. Esta es una historia de entusiastas, amateurs y minoristas que formaron un grupo gracias a las redes sociales. Y que hoy son parte de un fenómeno muy curioso.

Bitcoin, además, es un movimiento social, una subcultura que nació en internet y que tiene sus propios valores, ideales, símbolos, narrativas y cosmovisión. Bitcoin es el hijo rebelde de las redes sociales, que encontró en ellas un lugar de encuentro para grupos específicos: libertarios, anarcocapitalistas y cypherpunks. En términos generales, los defensores del Bitcoin creen en la libertad individual, el libre mercado, la privacidad y la seguridad en la red. Se podría decir que son una versión posmoderna del liberalismo clásico, los economistas conservadores y los defensores del patrón oro. Pero adaptados y sumergidos en la era digital de las redes sociales. Ellos no confían en los gobiernos ni en los bancos centrales, sino en el código y en la comunidad. Ellos no usan billetes ni tarjetas, sino claves y billeteras digitales. Ellos no siguen las reglas del sistema financiero tradicional, sino que crean las suyas propias. Ellos son los pioneros de Bitcoin, y quieren cambiar el mundo.

Claro que Bitcoin no se ha quedado solo en el mundo virtual, sino que ha llamado la atención de otros actores del mundo real. Con el tiempo, a ese grupo inicial de entusiastas se han unido capitalistas de riesgo, oficinas familiares, fondos de cobertura, empresas y bancos e incluso gobiernos. Estas organizaciones distan mucho del minorista millennial chateando en los foros hablando de grandes conspiraciones mundiales, mientras juegan videojuegos en su computador. Los minoristas y las instituciones son animales distintos. Los primeros son impulsivos, emocionales y arriesgados. Los segundos son calculadores, racionales y conservadores. Los primeros buscan el cambio, la innovación y la revolución. Los segundos buscan el control, la estabilidad y la regulación. Los primeros son los rebeldes, los segundos son el sistema.

¿Qué pasará cuando estos dos mundos se encuentren? ¿Habrá conflicto o cooperación? ¿Habrá ganadores o perdedores? ¿Habrá un solo Bitcoin o muchos?

¿De quién es Bitcoin? De los usuarios. ¿Quién es un usuario? Todo el que utilice la tecnología. ¿Qué pasará cuando los bancos, los gobiernos y los grandes fondos tengan más BTC que los minoristas? ¿Qué pasará con la comunidad? ¿Qué pasará con la cultura Bitcoin? ¿Podrán los banqueros y administradores de fondos convivir con los libertarios y anarcapitalistas?

Estas son algunas de las preguntas que se hacen muchos entusiastas de Bitcoin. Bitcoin es una red abierta, transparente y resistente a la censura, donde cualquiera puede participar y contribuir. Bitcoin no pertenece a nadie, sino a todos los que lo usan.

Sin embargo, esto no significa que Bitcoin sea inmune a las influencias externas. Al contrario, Bitcoin está en constante interacción con el entorno económico, político y social que lo rodea. Los bancos, los gobiernos y los grandes fondos son actores importantes en este escenario, y sus acciones pueden afectar el precio, la adopción y la seguridad de Bitcoin.

¿Qué pasaría si estos actores acumularan más BTC que los minoristas? ¿Significaría esto el fin de Bitcoin como una alternativa al sistema tradicional? ¿O sería una oportunidad para que Bitcoin se expandiera y se consolidara como una reserva de valor global?

En primer lugar, si los bancos, los gobiernos y los grandes fondos tuvieran más BTC que los minoristas, la demanda y el precio de Bitcoin aumentarían, lo que beneficiaría a todos los que poseen BTC. Además, tendríamos una mayor integración de Bitcoin en el sistema financiero, lo que facilitaría su acceso y uso a más personas y una mayor legitimación de Bitcoin como un activo digital, lo que reduciría las amenazas regulatorias y legales.

Claro que no todo sería color de rosas. Por supuesto que tendríamos una mayor centralización y concentración del poder en manos de unos pocos, lo que podría ir en contra de los principios de descentralización e inclusión de Bitcoin. Es posible que haya una mayor manipulación del mercado y la opinión pública, lo que podría generar volatilidad e incertidumbre en el ecosistema.

Y es bastante probable que experimentaríamos una pérdida de la identidad y los valores de la comunidad Bitcoin, lo que podría debilitar su cohesión y diversidad. Seguramente muchos de los devotos de la visión original de Bitcoin se sentirían desilusionados y emigrarían a otros proyectos más pequeños, acusando a Bitcoin de perder su camino.

¿Qué significa eso para nosotros? Bueno, todo depende de tus objetivos. En lo personal, mis objetivos son meramente financieros. O sea, quiero que la tecnología enriquezca mi vida (en lo práctico y en lo monetario). Más allá de eso, no me preocupa mucho. Entonces, la llegada de las instituciones, aparte de ser inevitable, va a beneficiar el precio. Entonces, no veo un conflicto. Lo que veo es evolución y madurez. Claro, no todos piensan igual que yo.

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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Según es.cointelegraph.com

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