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Miguel Ramos
Laredo (Cantabria), 2 sep (EFE).- Un documental ha inmortalizado los recuerdos de una generación de expertos en la vida para que sus testimonios de cómo eran los quehaceres diarios del siglo pasado en la Puebla Vieja de Laredo (Cantabria) permanezcan al alcance de futuras generaciones.
Los ingenios para sobrellevar el hambre de aquella época o cómo, sin móviles, se divertían durante la niñez en plazas empedradas de este casco histórico de la villa marinera cántabra, son algunos de los relatos que los impulsores de esta iniciativa temían que quedasen en el olvido.
A raíz del fallecimiento progresivo de ancianos pertenecientes a la Asociación Amigos del Patrimonio de Laredo, su presidenta, Tinuca Revolvo, y otros miembros de colectivo, idearon la fórmula de recoger todos esos saberes en grabaciones que se materializaron entre el pasado noviembre de 2022 y este marzo de 2023.
"Les asaltamos por la calle y subimos a sus casas para ver si querían participar en el proyecto y la verdad es que todos nos dijeron que sí", explica con entusiasmo Revolvo en una entrevista con EFE.
Pese al frío invierno y al fantasma aún latente del coronavirus, se buscaron puntos icónicos de la Puebla Vieja como la iglesia de Santa María, la Rúa Mayor o las calles Ruyasera o de Enmedio, y una vez comenzaron a rodar ya no se pudo parar la ingesta incontable de historias, que se han resumido en dos horas de documental.
Los protagonistas, desde el más longevo, cercano a los cien años, han contado con lucidez el paso del tiempo en la Puebla Vieja de una población que, en su mayoría, estaba ligada a los oficios de la mar.
Han recordado cómo era la picaresca para conseguir alimentos en periodos de escasez, los trueques, la vida en la calle o los actos sociales como bautizos, en los que se lanzaban al suelo céntimos de pesetas.
Al hilo, según explica Revolvo, se ha conocido por qué a una familia de Laredo se le llamaba con el apodo de "centimín". Y es que, en tiempos de penurias, la madre ofrecía por la noche a sus hijos la alternativa de cenar o un céntimo para gastar al día siguiente y, como eran niños, optaban por esta última opción debido a la ilusión de poder comprar algo nuevo.
Sin embargo, por la mañana los niños se despertaban con mucha hambre y reclamaban el desayuno, pero la madre se lo ofrecía a cambio de que le devolviesen ese céntimo otorgado.
Otra señora narra que en su edificio residía una familia pudiente que instaló una bombilla para tener luz durante la noche, así que aprovecharon el resto de los vecinos para hacer agujeros en sus casas y compartir esos destellos de iluminación.
"Son detalles curiosos que llaman la atención a los ciudadanos actuales, porque se preguntan cómo puede ser que esta gente haya vivido cosas que ahora parecen del tercer mundo", apunta Revolvo.
En su opinión, la mayoría de los protagonistas no eran conscientes del "valor" patrimonial del espacio histórico en el que convivían, porque en aquella época lo importante era "luchar por la supervivencia, algo muy diferente a lo de hoy".
El documental se emitió en abril en una pantalla grande a modo de cine y estos días se ha ofrecido un segundo pase para aquellos vecinos que ya sólo visitan el municipio en temporada estival.
También se puede visualizar a través de Internet, pero Revolvo cree que la gente de la Puebla Vieja prefiere verlo en compañía para sintonizar sentimientos de una época en la que no se cerraban las puertas de las casas con llaves.
Debido al éxito de la experiencia, la Asociación Amigos del Patrimonio de Laredo está preparando otro documental sobre los pescadores de antaño y, así, rememorar el antiguo puerto, los métodos de pesca y orientación en la mar, la fabricación de las redes o cómo eran aquellos pequeños barcos de madera. EFE
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Según infobae.com