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Ni 30, ni 50, ni 80, ni 100W. Los móviles ya se cargan hasta a 240W, con los 300W asomando la patita. Llevamos años sacrificando la longevidad de las baterías a cambio de estas cifras espectaculares. No seré yo quien juzgue al que prefiera cargar en 10 minutos a ganar un tanto por ciento extra de vida útil en la batería pasados unos años. Pero sí que hay una problemática que no suele abordarse: el tremendo caos que hay con los distintos estándares de carga.
La lógica nos indica que, si tenemos un móvil que carga a 120W y tenemos una combinación de cargador y cable preparados para esta cifra, el móvil debería cargar a la máxima potencia con dicho cargador. No es así. También podríamos pensar que, si evitamos los protocolos propios de las marcas y usamos estándares como Power Delivery, un cargador y cable preparados para X voltaje deberían cargar X móvil a ese determinado voltaje. Tampoco es así.
Todos con USB-C. Cada cual con su protocolo
Actualmente tengo en casa dos teléfonos que cargan a 120W. Si nunca has visto un cargador de este calibre para un teléfono, puedes imaginar que sus dimensiones (y el grosor del cable) no son habituales. El planteamiento era lógico: teniendo este cargador y cable de 120W, podré cargar este otro teléfono de 120W. Error.
Al conectar el cargador de cierto teléfono al otro y comprobar las cifras con mi medidor de voltaje, vi que no cargaba a más de 30W. No me salían las cuentas, por más que cada teléfono tuviese su protocolo. Hablemos, primero de ellos.
Cada fabricante utiliza su propio protocolo. Da igual que dos teléfonos puedan cargar a X vatios. Si no usas el cargador y cable originales, no obtendrás esa velocidad de carga
Aunque muchos fabricantes carguen a exactamente el mismo voltaje, los protocolos son distintos. OPPO tiene SuperVOOC, OnePlus tiene Dash Charge, Vivo tiene Flash Charge, Xiaomi su carga Turbo… De hecho, hay datos bastante curiosos al respecto de estos protocolos.
Por ejemplo, la ficha técnica del Vivo X90 Pro chino nos dice que el teléfono se carga por completo en 25 minutos. Tiene una batería de 4.870mAh y una carga rápida de 120W. El Xiaomi Redmi Note 12 Pro+ chino tiene una batería de 5.000mAh (más batería que el Vivo) y carga de 120W (la misma que el Vivo). Carga en 19 minutos. ¿Cómo es posible?
Aunque tengan el mismo pico de 120W, cada teléfono regula el ciclo de carga de una forma. Vistos los datos, en este ejemplo, la carga del Xiaomi será más agresiva que la del Vivo para ser más rápida por lo que los cargadores dejan de ser compatibles con dicha carga máxima.
Nos encontramos aquí ante la primera problemática: sin el cargador y el cable original no podemos cargar a la máxima potencia. Resulta, aún más sangrante, el asunto del cable. Sin ir más lejos, mi compañero Javier Pastor tiene un Huawei P40 Pro, con un sistema de carga rápida de 40W, nada fuera de lo estándar. Sin el cable original, aún teniendo la cabeza de carga, el teléfono no carga a su máxima potencia. Muestra un mensaje pidiendo amablemente que se use el cable original ¿Solución? Pasar por caja y comprar el cable de la marca. No es una problemática de Huawei, pasa con todas y cada una de las marcas Android con protocolos propios de carga.
Ni si quiera con el mismo protocolo soluciona el problema
Tras comprobar que un cargador y cable de 120W no son capaces de cargar un teléfono que soporta 120W, pasé a consultar la documentación de Power Delivery para tratar de entender qué pasaba. Aunque no se use el protocolo propio de la marca, este tipo de cargadores (con certificación Power Delivery) deberían poder cargar a velocidades dignas.
Power Delivery admite hasta 240W. Pero eso no significa que un cargador Power Delivery de 120W cargue tu móvil de 120W al máximo. Cosas de los estándares
Power Delivery, técnicamente, permite a los fabricantes cargas de 48V, lo que abre la puerta a los 240W. ¿Uno de los puntos clave aquí? Los teléfonos y cargadores actuales no solo son compatibles con PPD (Power Delivery). Buena parte de ellos son compatibles con PPS (Programmable Power Supply).
Como su propio nombre indica, la tecnología PPS permite cambios graduales entre corriente y tensión. El objetivo es que la carga sea más eficiente y genere menos calor, permitiendo al fabricante variar entre los valores de carga que estime pertinentes. Es algo que también permite Power Delivery por lo que las marcas pueden lograr que, aunque tengamos un cargador completamente compatible, tan solo se alcancen los valores máximos con el cargador propietario.
En resumidas cuentas, el panorama es un poco desolador. Estamos en uno de los momentos históricos más dulces en lo relacionado con la carga. Teléfonos que cargan en menos de diez minutos, gama media con 67W, la fiebre del GaN para reducir el tamaño de los cargadores…
Todo ello para que solo podamos exprimir al máximo la carga rápida de nuestro teléfono si tiene su cable y cargador original. Bien a unificarlo todo con USB-C, pero la guerra de los protocolos la hemos perdido los usuarios.
Imagen | OPPO
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