#crypto #cryptomonedas #bitcoin
Se invierte para obtener ingresos adicionales. Así de sencillo. Para el común de los mortales, invertir es un asunto meramente financiero. O sea, tenemos un capital y queremos ponerlo a “producir”. El viejo arte de hacer dinero con dinero. De esta forma, crecemos financieramente.
Claro que algunas personas invierten con un doble o triple propósito. El objetivo financiero no se pierde del todo. Pero se sigue persiguiendo en compañía de otros objetivos. Algunos quieren “salvar al planeta” con sus inversiones al apoyar a determinadas compañías. Algunos quieren fomentar la diversidad en el mundo corporativo. Otros promueven la utopía libertaria al unirse a sistemas monetarios ciudadanos y alternativos separados del dominio estatal. Al perseguir estas causas políticas y sociales, en muchos casos, los inversores comprometen los objetivos financieros por sus ideales. Quieren influir con su dinero.
Este artículo no está dirigido al inversor idiosincrático. Entonces, estamos excluyendo, con toda la intención del mundo, a toda la parafernalia libertaria, anarco-capitalista y conservadora tan presente en la comunidad cripto. Este es un artículo para inversores pragmáticos, oportunistas y especuladores. Así de sencillo. Aquí nos vamos a lo Adam Smith. Interés propio. Lucro. Lo que se quiere es poner el pan en la mesa. Sin disculpas, ni complejos. Invertir dinero por dinero. ¿Es pecado?
Ahora bien, ya tenemos el objetivo: Hacer dinero. Tenemos un capital y queremos que crezca (porcentualmente). Queremos que crezca de manera rápida, pero segura. Eso implica que el primer deber es sopesar los riesgos y las oportunidades. En términos generales, el riesgo se vincula al crecimiento agresivo. Y la seguridad se vincula a la estabilidad y al crecimiento modesto. El que no invierte, no pierde ni gana. No arriesgas nada. No pierdes nada. Por ejemplo, el que no compra BTC no se expone a los riesgos financieros que implica su elevada volatilidad.
Claro que en el mundo de hoy el lenguaje es abusado constantemente. Entonces, por razones propagandistas, se juegan con las palabras de modos bastante irresponsables con frases como “el único riesgo es no invertir en BTC”. Entonces, si somos “poéticos” con el término, gestionar el “riesgo” se torna difícil. Aquí estamos hablando específicamente del riesgo financiero. O sea, la posibilidad de perder nuestro dinero. Nos apegamos al significado técnico y obviamos completamente la manipulación propagandista.
Lo primero es realizar una valoración en el contexto de un pronóstico. Hay que mirar al futuro usando los patrones pasados como una referencia y construyendo unas expectativas racionales. Comenzaremos con los instrumentos de renta fija. En este caso, el riesgo es bajo. Pero las ganancias no son del otro mundo. O sea, el dinero está seguro, pero el crecimiento es modesto. Estamos hablando de un crecimiento de 2%, 3% o 6%. Todo depende, por supuesto, del instrumento. Me refiero a bonos del Tesoro (EEUU), bonos corporativos, cuenta de ahorro, certificados bancarios, etc.
Los instrumentos de renta fija le aportan estabilidad a un portafolio. Son sumamente importantes en ese sentido. No podemos subestimar la importancia de esta estabilidad. Cierto que el objetivo es crecer lo más agresivamente posible. Sin embargo, tener ingresos fijos y seguros es vital para muchos. Una persona jubilada, por ejemplo, requiere de esta estabilidad de ingresos. Para una persona joven con un buen trabajo, la estabilidad no tiene tanta relevancia, porque su prioridad es crecer. Estamos hablando, entonces, en distintas actitudes al riesgo debido a distintas circunstancias.
Ahora los instrumentos de renta variable. La referencia por excelencia es el S&P 500. Históricamente, el S&P 500 ha registrado un crecimiento promedio aproximado de 10%. Claro que hay años malos con pérdidas de 30%-50%. Nota: Bitcoin ofrece más oportunidades y más riesgos que el S&P 500.
Ahora bien, una inversión “riesgosa” que ofrezca 6% al año no es la mejor opción. ¿Por qué? Bueno, porque hay alternativas más seguras que ofrecen lo mismo. ¿Y si la inversión promete pérdidas del 70%? Bueno, en ese caso, es mejor no invertir. Es mejor ganar 0% que perder 70%. Eso sucede en el caso de un pronóstico bajista. El inversor prefiere vender y acumular efectivo que perder dinero.
Entonces, tenemos un capital y queremos invertir para crecer financieramente (de forma segura y constante). Hacemos una valoración y pronóstico. Luego, tomamos una posición. ¿Cuál es el riesgo? ¿Cuál es la ganancia?
Principio básico: Para evitar la ruina, la relación riesgo/recompensa (risk/reward) debe seguir una ratio mínima de al menos 1:2. Y, además, el riesgo debe poder cubrirse por otros ingresos.
En otras palabras, antes de entrar al ruedo, debemos calcular nuestras ganancias y pérdidas (potenciales). Si estamos arriesgando 1 dólar para ganar 2 dólares, no estamos tan mal. De lo contrario, no estamos teniendo la mejor gestión de riesgo.
Supongamos que compramos $65K anticipando un incremento de 50% en unos meses. Pero nuestro pronóstico falló. ¿Por qué limitamos el riesgo? Antes de comprar, debemos establecer nuestro plan de retiro. El “take profit” y el “stop-loss”. Estas consideraciones aplican para todos los marcos temporales. Si compramos a $65K y nuestro “take profit” es $100K, nuestro “stop-loss” podría ubicarse en $48K para mantener la ratio 1:2. Pero debemos tomar en cuenta que debemos contar que nuestras otras inversiones deben poder cubrir por esa pérdida.
En el caso de activos productivos, los dividendos y los activos subyacentes juegan un rol muy importante en el cálculo de las ganancias. Entonces, nos podemos dar el lujo de ver más allá del precio de mercado. En el caso de los activos no productivos/especulativos (como Bitcoin), todo depende de los vaivenes del precio. Las ganancias o las pérdidas giran únicamente en torno a la volatilidad del precio.
Dos cosas. Lo primero. No es lo mismo perder una oportunidad que perder dinero. Es decir, el dinero que no ganamos al perder una oportunidad no la podemos medir con la misma vara que las pérdidas de dinero en las inversión que hemos hecho. Si no compramos y el precio sube, hemos perdido una oportunidad. Pero, en realidad, no hemos perdido nada. Por otro lado, si compramos y el precio baja, ahí sí hemos perdido dinero. El primer escenario es menos doloroso que el último.
Lo segundo. Las pérdidas no realizadas también son pérdidas. Hay que tomarlas con mucha seriedad. Es un error tomarlas a la ligera. Otro principio básico: Se alargan las ganancias y recortan las pérdidas. O, dicho de otro modo, el precio cae en caída libre. Y no se vende esperando la recuperación. No se gestiona el riesgo. Entonces, lo dejamos todo a la buena de Dios. Error. No podemos dejar nuestras pérdidas no realizadas sin gestión alguna. Insisto. Siempre es mejor ganar $0 que perder 70%. ¿Y el fondo? ¿Y la recuperación? Bueno, es mejor que el fondo y la recuperación nos tomen con efectivo que sin nada.
¿Y las ganancias? Supongamos que compramos y, de pronto, el precio se disparó. Superamos nuestro punto de “take profit”. ¿Qué hacemos? ¿Vendemos? No, no necesariamente. Mudamos la orden “stop-loss” al punto del “take profit” para garantizar las ganancias, pero dejamos que las ganancias se alarguen. Nuestros números deben estar muy claros.
Bueno, aquí palabras para la reflexión.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.
Te puede interesar:
source
Según es.cointelegraph.com